Hemos visto en un número anterior que los ácidos grasos EPA y DHA
contenidos en los aceites de pescado tienen múltiples propiedades
beneficiosas para la salud.

La maduración del cerebro infantil requiere una gran cantidad de ácidos grasos Omega-3 y está ampliamente demostrado que la hiperactividad en niños y el
atraso escolar se correlacionan con una deficiencia de Omega-3 y, en particular, de DHA.

En adultos, la ingesta de Omega-3, en forma de Aceite de Pescado, ha demostrado sobradamente su eficacia en múltiples indicaciones: para reducir el riesgo cardiovascular, la diabetes y el síndrome metabólico, para luchar contra la inflamación de las articulaciones y para regular la inmunidad.

Hoy me gustaría hablarles de una indicación principal de los Omega-3 en el funcionamiento normal del cerebro y, en particular, su papel esencial en
combatir el envejecimiento cerebral.

Recordemos que los Omega-3 son esenciales para las mujeres embarazadas ya que aseguran el desarrollo del cerebro del bebé y también durante el período de lactancia. La suplementación con Omega-3 es muy importante también para la madre para evitar la pequeña depresión después del parto que se debe al
agotamiento de su nivel de DHA.

1 La barrera hemato-encefálica

Para comprender el proceso de envejecimiento del cerebro, es necesario hablar sobre la barrera hematoencefálica que parece estar en medio del proceso de degeneración cerebral.

Hay que saber que los microvasos sanguíneos que irrigan el cerebro están revestidos de células cuya unión es muy estrecha y cuyo papel esencial es controlar el movimiento de las moléculas que intentan entrar en las células cerebrales. Se trata, en cierto modo, de un filtro que protege al cerebro de moléculas grandes o moléculas tóxicas.

Se ha establecido claramente que la pérdida de nuestras capacidades cognitivas, que se produce con la edad, está directamente ligada a una hiperpermeabilidad de esta barrera que deja entrar sustancias tóxicas que alterará n el cerebro y lo llevarán a un estrés oxidativo, una hipoxia y una isquemia. Este proceso patológico y degenerativo se agrava con los años. (1)

Un colectivo de neurocientíficos de la Universidad de California, Berkeley, afirma en una publicación reciente:

“Nuevas evidencias han demostrado una ruptura en la integridad de la barrera hematoencefálica en enfermedades neurodegenerativas. Esta porosidad de la barrera hematoencefálica permite que las moléculas neurotóxicas de la sangre, como la albúmina y los leucocitos, entren en el cerebro. Esto inicia una neuroinflamación, así como una respuesta inmune”.

Los mismos autores agregan en conclusión:

"Existe una evidencia impresionante de que un mecanismo fundamental vincula la integridad de la barrera hematoencefálica con la disfunción neuronal que conduce a la hiperexcitabilidad y el deterioro cognitivo relacionados con la edad". (2)

Además, se ha demostrado claramente que existe una ruptura de la barrera hemato-encefálica en un gran número de enfermedades neurodegenerativas como las enfermedades de Alzheimer, de Parkinson y de Huntington, pero también la esclerosis lateral amiotrófica, la esclerosis múltiple y la encefalopatía postraumática. (3)

En fin, varias sustancias psicótropes alteran la barrera hemato-encefálica, provocando un estrés oxidativo. Es el caso del tabaco, de la cocaína y de la anfetamina. (4)

2 El DHA repara la barrera hemato-encefálica

Un estudio australiano, realizado en una línea de ratones transgénicos que desarrollaron la enfermedad de Alzheimer, mostró que los déficits cognitivos estaban asociados con una caída drástica de los niveles cerebrales de DHA. Esta deficiencia sería debida a una lesión de la barrera hemato-encefálica. (5)

Una colaboración estadounidense-china ha demostrado, en animales, que la hipoxia y la isquemia cerebral provocaban un deterioro de la barrera hematoencefálica.

Los experimentadores también han demostrado que un suministro de Omega-3 de cadena larga preservaba la ultraestructura de la barrera hematoencefálica y refuerza la unión estrecha de las células involucradas. (6)

Investigadores de la Universidad de San Francisco y el Karolynska Instituter de Stockholm llevaron a cabo un estudio multicéntrico en 406 pacientes con enfermedad de Alzheimer moderada. Demostraron que una ingesta nutricional de aceite de pescado rico en EPA y DHA permitió que estos ácidos grasos cruzaran la barrera hemato-encefálica y terminaran en el líquido cefalorraquídeo. Al mismo tiempo, los biomarcadores de inflamación se redujeron de manera muy significativa. (7)

3 Omega-3 y el envejecimiento cerebral

Por lo tanto, uno de los principales ácidos grasos del cerebro es el DHA: juega un papel importante en las membranas de las neuronas y en la actividad cerebral. Aporta la fluidez de membrana necesaria a las células nerviosas para que los impulsos eléctricos puedan fluir fácilmente a través de los circuitos cerebrales. Sin embargo, el envejecimiento cerebral se acompaña de una caída en el nivel de DHA en el cerebro, al mismo tiempo que disminuyen las facultades intelectuales y cognitivas. Por ello, la suplementación con Omega-3, en forma de aceite de pescado, es fundamental para prevenir el envejecimiento cerebral y mantener en buen estado las funciones cognitivas. Un estudio alemán demostró una mejora en las funciones cognitivas en los ancianos. (9)

A esto hay que añadir que los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (DHA y EPA), en forma de fosfolípidos (aceite de Krill), estimulan de forma natural la secreción de melatonina, la hormona del sueño. Es por eso que una ingesta de aceite de krill es esencial para cualquier persona que duerma mal.

4 Los ácidos grasos Omega-3 estimulan el estado de ánimo

Varios estudios informan de una fuerte relación entre los niveles bajos de ácidos grasos Omega-3 y la depresión. ¡Incluso podemos predecir la gravedad de la depresión y el nivel de DHA! Esto se ve reforzado por el hecho de que, en países donde el consumo de pescado es alto, la tasa de depresión es baja.

Del mismo modo, es interesante señalar que el estado de ánimo depresivo que se presenta en la mujer después del parto está ligado a que el niño ha agotado las reservas de Omega-3 de la madre.(10) Todos estos elementos han llevado a los investigadores a proponer con éxito un suministro de aceite de pescado rico en Omega-3 en la lucha contra la depresión. (11)

El Departamento de Epidemiología Estadística de la Universidad de Guangzhou en China revisó 26 estudios clínicos, con un total de 2160 participantes, e investigó los efectos de los ácidos grasos Omega-3 en la depresión. Sus conclusiones son las siguientes:

“Comparado con un placebo, la EPA pura o una fó rmula que contiene al menos un 60% de EPA que proporciona 1 g por día de EPA, demostró una eficacia clínica significativa en la depresión. Mientras que el DHA no proporciona el mismo efecto beneficioso”

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Yves Ponroy

Bioquímico - Doctor en ciencias